Érase una vez, un hombre llamado Alonso, estaba viviendo en Asia con su padre y su madre. El joven tenía el pelo corto y castaño. Era alto y siempre llevaba sandalias y una túnica.
Eran muy pobres, así que, Alonso tuvo que irse a América para conseguir dinero. Estudió la carrera de médico, pero no la terminó. Entonces, decidió que quería ser notario. Estuvo seis años trabajando sin parar para ser notario, hasta que al final lo consiguió. Ganó 1.000.000 de euros en un año, y volvió a casa.
Al llegar, vio a su padre con una espada traspasando su pecho.
- ¡Papá, responde, por favor!- dijo el joven desesperado.- ¡Papá no me dejes, por favor, te llevaré al hospital.
Pero ya había muerto.
Después se encontró a su madre tirada en el suelo:
- Mamá, ¿qué te ha pasado?- preguntó el hijo.
La madre se levantó, y dijo:
- Yo no te conozco, ¿quién eres?, ¿dónde estoy?
Alonso se puso a llorar todavía más.
Estuvo enseñándole a su madre la casa, las fotos, los bares dónde iban...
También, le tenía que hacer la comida todos los días.
Dos meses después, hacía un día de mucho calor, así que, Alonso se quitó la túnica y se tiró al suelo a descansar. Entonces, la madre le vio una mancha de nacimiento en la espalda de Alonso.
- Esta mancha de nacimiento me suena mucho.
Alonso se levantó muy alegre, y dijo:
- Soy yo, Alonso, tu hijo.
- ¡Hijo mío!
Los dos se dieron un abrazo
que casi les cuesta un brazo.
Muy requetebien Juan Manuel, incluso los diálogos, enhorabuena.
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