Después añadió que iba a volver aquella noche.
A la hora de comer, sus vecinos, que sí le creían, le estuvieron haciendo un cuestionario.
- ¿Sobre qué hora vendrá el gato gigante?
- Mañana por la mañana.
- ¿Cómo será?
- No lo sé.
¿Podremos protegernos en esta casa?
- No.
Estuvieron dos horas preguntándole sin parar hasta que...
- ¿A cuánta gente va a matar?
- A nadie.
Los vecinos se quedaron con la boca abierta.
- ¿A nadie? ¿Estás seguro?
Y el anciano dijo:
- Completamente seguro.
Los vecinos le tomaron como loco.
Ya era el día siguiente por la mañana, pero como nadie le creía al anciano, toda la gente estaba en la calle, porque además era el día de las rebajas. Entonces el gato salió por el parking que estaba en el centro de Tokyo.
Todo el mundo salió corriendo y, el gato, se quedó sentado llorando en el centro de la ciudad. El anciano se fue hacia él y todo el mundo estaba diciendo:
- Pero, ¿qué hace? ¿Está loco?
- ¡Lo va a matar!
El hombre siguió a lo suyo. Se acercó, lo tocó y el gato le miró. Los dos se miraron fijamente como diez minutos. Hasta que, al final, el gato se tumbó mirando para arriba y maullando.
Al final, el gato no asesinó a nadie y, en Tokyo, encontró un nuevo amigo.
FIN.
Genial, Juanma, cada día te salen mejor estas historias, además de estar muy bien escritas. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, seño.
ResponderEliminarJuanma está muy chula la historia.
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