Junie B. y el autobús apestoso.

Junie B. tiene un problema bastante gordo, y es que después de unas vacaciones a nadie le apetece volver al colegio, pero no es eso lo peor, es que va a tener que ir en autobús, y a ella los autobuses no le gustan.

Tras pasar toda la noche, Junie B. no durmió nada de nada, pensando en el maldito autobús.  Al fin llegó la mañana, en la que se tendría que subir en el autobús.  Junie B. se vistió y se fue con su madre hacia la esquina de la calle, ya que era ahí donde paraba el autobús.  Al llegar a la esquina se encontró con una niña con el pelo rizado y negro, su pelo favorito. Tras unos minutos, Junie B. se montó en el autobús.  Su madre, tras media hora intentando convencerla, al fin se mete en el autobús y se sienta al lado de la niña de pelo rizado. La niña la echó de ahí porque decía que en ese sitio iba su mejor amiga Lucy.  Después, subió un niño con una mochila con muchas cremalleras, y Junie B. no se resistió tocarlas.

Una hora más tarde, por fin llega el autobús al colegio. La profesora le estaba esperando en una esquina, a ella y a más compañeros que también iban en el autobús. Junie B. subió en fila con sus compañeros hasta su nueva clase. La seño dio tres palmadas y dijo que cada uno cogiera una silla. Junie B. quería una silla roja, pero ya estaba pillada y entonces se tuvo que sentar en una silla amarilla, del color del autobús.

Para empezar la seño dijo que se escribiese su nombre en un cartelito y se lo pegasen a la ropa, la segunda tarea fue visitar todo el colegio: la biblioteca, la enfermería,  el patio, los baños, el comedor... Llegó la hora de irse a casa y Junie B. no se quería montar en el autobús, y como se quedó la última en la fila, decidió esconderse para no montarse en el autobús.  Pasó toda la tarde de un lado a otro, primero hizo de profesora, después de directora, después de enfermera así toda la tarde, hasta que llegó otro día por la mañana y se la encontraron jugando.